30 jul 2014

VOLVEREMOS




(“Novorrusia”, No 6, 18 de julio de 2014) 

Era de noche cuando salimos de Slaviansk. No es fácil explicar lo que sentíamos. Nos habíamos acostumbrado a la idea de que Slaviansk era un segundo Stalingrado, estábamos dispuestos a luchar por cada casa y cada piedra; la sola idea de dejar la ciudad (así, por la noche, sin un disparo) nos parecía inconcebible y hasta profana… Dejar la ciudad, a sus habitantes que creían en nosotros.¿Cómo iba a dejar a mi buena amiga, a mi querida señora L.? Tiene 84 años; todos los días le llevaba agua de la noria, golpeaba la puerta (un toque convenido, un santo y seña que sólo ella y yo conocíamos) y ella me abría. Al otro día esperaría mi llamada habitual, pero yo ya no estaría para ayudarla, ya no tocaría a su puerta. ¿Cómo iba a dejar a Nastia y Lera? Habíamos quedado en vernos en un café en el centro de la ciudad “…el 12 de julio, ¿vale? el día de Pedro y Pablo... vamos a celebrar la victoria”… 

Habíamos convertido aquella ciudad en una fortaleza rodeada por barricadas. Bloques de hormigón , sacos de arena, llantas. Habíamos contagiado nuestra seguridad a los habitantes de Slaviansk. Ellos creían que todos sus sufrimeintos y sacrificios, toda esta existencia surrealista: constantes bombardeos muertes de sus familiares y vecinos, noches en oscuros sótanos convertidos en “refugios”, no eran en vano. Y nosotros también creíamos que lo aguantaríamos todo, que no nos iríamos de aquí.

A ver, me preguntaba yo, ¿cómo vas a vivir ahora? ¿Cómo le vas a mirar en los ojos a esta gente después? ¿Es que habrá realmente un “después”? Pensaba en la ciudad que se despertaba, con sus cuarteles vacíos y sus barricadas en las calles. No podía comprender nada. Más bien, no quería comprender. Sabía que el Comandante en Jefe tenía la razón: mi cabeza lo comprendía, pero mi corazón se resistía a aceptarlo; la importancia estratégica de este plan no cabía en él. Las caras de las mujeres, viejos y niños de Slaviansk, sus ojos llenos de asombro y reproche no me dejaban ver lo racional de este plan, opacaban lo brillante de la maniobra. 

Todo el mundo sabía que el ejército de Strelkov estaba dispuesto a morir en Slaviansk. Era un millar y medio de espartanos que estaban condenados a morir allá, dada la correlación de las fuerzas. Ese era el final que le convenía a muchos. En Kiev y en otras partes… Pero no le convenía al Comandante, que no tenía derecho a permitir que aquí, en esta pequeña ciudad rusa, muriera un ejército cuyos soldados le habían confiado sus vidas. Muriera el futuro de Novorrusia.

Me imaginé qué podian sentir los soldados de Kutúzov en 1812 al abandonar Moscú. Cuanto les habrá costado, cuánto les habrá dolido dejar la ciudad, obedecer a la orden de su Comandante en Jefe, creerle, creer en él. Alguien dirá que mi comparación no es correcta desde el punto de vista histórico, y quizás tenga razón. Pero es que para mí, a partir de aquella noche, Slaviansk no es menos importante que Moscú. “Slaviansk”, “ciudad de los eslavos”. Cuántas cosas se entrelazaron, se fundieron en este nombre, Cosas que hacen vibrar el corazón de un ruso. Mi corazón. 

…Cuando se habla de nuestro repiegue se suele decir que “prácticamente no hubo pérdidas”. “Prácticamente no hubo” , “casi no hubo”: son unas palabras muy cómodas. Es una manera de decir que sí hubo pérdidas. Dos tripulaciones de carros blindados de la guarnición de Slaviansk pagaron con sus vidas para que pudieramos salir de la ciudad. Por iniciativa propia atacaron un punto de chequeo del ejército gubernamental que controlaba aquel trayecto de la carretera y murieron cubriendo la retirada de la columna (además de los soldados de Strelkov, en ella iban civiles: familiares de los milicianos, mujeres y niños). Entre los combatientes que murieron en aquel combate había una mujer. Una joven artillera que se llamaba Xenia Chernova.

…Cada día a Donetsk llega gente de Slaviansk. Civiles y milicianos. Nos hablan de lo que está pasando en a ciudad que hemos dejado, de la crueldad de los “libertadores” … Este es el precio que estamos pagando por la salvación del ejército. 
A todos los que llegan de Slaviansk les pregunto la misma cosa. Qué fue de las miujeres que trabajaban en el comedor de las milicias. Hace una semana me contaron que las habían fusilado. Todos lo que vienen me repiten lo mismo. Los testimonios son detallados y creíbles. La historia se nutre de nuevos pormenores. Sé que mis interlocutores no mienten. Pero no les creo. Sencillamente no quiero creerles. Cierro los ojos y veo las caras de aquellas mujeres, jóvenes y maduras. “Las chicas”. El café donde habíamos armado la cantina se había llamado “La Ilusión”. Veo la cara de una señora entrada en años que trabajaba ahí, oigo su voz. “Tanto trabajo, me imagino que estará usted muy cansada”, le dije yo. “No, qué va, estoy bien”, contestó ella y añadió: “Es que lo que le toca a usted, a todos ustedes, es mucho más duro, ¿no?” Veo a una muchacha que repartía comida en la cantina;desde el primer momento había surgido una especie de tímida amistad entre nosotros. Recuerdo la última vez que la vi, antes de que nos fuéramos; se había hecho de noche, no había electricidad y ya iban a cerrar la cantina. Ella me preguntó: “¿Qué sera de nosotros?..” No podía decirle que nos íbamos a ir aquella noche, no tenía derecho a hacerlo. Estaba seguro de que al personal de la cantina se le avisaría en el momento preciso. No le contesté nada, simplemente me quedé mirándola. De repente dio un paso hacia mí y se me abrazó. Estuvimos un largo instante así, inmóviles, fundidos en un abrazo, sin decir palabra. Despúés me volvi y me fui. ¿Por qué estas chicas habrán decidido quedarse, por qué no se fueron con nosotros? No lo sé. Quizás el hogar, la familia... Cierro los ojos y están delante de mí. Vivas. Y cada vez que encuentro a alguen que haya salido de allá, le pregunto por ellas, esperando que algún día alguien me diga “no, qué va, es mentira, quén te dijo eso. Están vivas, todas están vivas...”

La noche que nos íbamos, tragando lágrimas de rabia, repetía las palabras de Konstantín Símonov escritas en el remoto año 41:

”...¿Qué podíamos decirles, cómo los íbamos a consolar? 
Pero aquella vieja lo comprendió todo y nos dijo: 
"Vayan con Dios, queridos, 
aquí nos quedaremos esperándolos” 

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VOLVEREMOS


MANIFESTACIÓN CONTRA LA MOVILIZACIÓN EN NOVOSELITSKY. HABITANTES LOCALES GOLPEAN A UN DIPUTADO (07/29/2014)

30 de julio 2014, el área Novoselytsky, región de Chernivtsi, Ucrania occidental.

La población local, que protestaba contra la movilización, se enfrentó a varios diputados locales.

Ayer, 29 de julio, cerca de la administración del distrito administrativo de la región de Novoselytsky Chernivtsi, Ucrania occidental, la población local protestó contra la movilización. La multitud enojada, en la que eran mujeres en su mayoría, atacaron a varios diputados locales y los golpearon. Un desconocido diputado de un partido nacionalista, quizá un fascista del partido "Svoboda", fue golpeado por gente mayor. El diputado vestía con una camiseta negra con los patrones nacionales, ya que a los fascistas ucranianos les gusta mostrar su "patriotismo" de esta manera.

Los hijos de diputados y otros funcionarios locales no se incluyeron en las listas de la movilización, y este hecho hizo estallar la ira. Los habitantes locales estaban dispuestos a asaltar el edificio de la administración del distrito y exigieron no enviar a sus hijos a Donbass. La gente local sugirió al diputado que él mismo fuera  a Donbass para morir allí.

vídeo



En la imagen tomada de un video, se puede ver el momento de la agresión al diputado nacionalista  que viste la camisa negra.

VUELO MH17: LO QUE NO TE ESTÁN CONTANDO

"¡ FUERA FASCISTAS!" CIVILES DESARMADOS DE KRAMATORSK PLANTAN CARA A TROPAS DE KIEV

LA GUERRA DE DONBÁSS EN 90 IMÁGENES

Las fotos Donbass las hicieron no sólo los lugareños, sino también a los corresponsales extranjeros, quienes muestran todo el horror y el dolor de las hostilidades.





























































































Fuente: http://abunda.ru/124851-voennye-dejstviya-v-donbasse-bez-prikras-90-foto.html