26 jul 2014

UCRANIA, OBJETIVO ENFOCADO



Las pruebas que Washington posee sobre la responsabilidad de Rusia en la catástrofe del avión de pasajeros malasio que sobrevolaba Ucrania son inapelables. El problema es que no hay cómo verificarlas y que parecen tan « serias» como aquellas que otro secretario de Estado, Colin Powell, presentó solemnemente al Consejo de Seguridad de la ONU para justificar la invasión contra Irak.


RED VOLTAIRE | 24 DE JULIO DE 2014

Gracias a sus escuchas telefónicas y sus satélites de
vigilancia, Estados Unidos tiene la prueba de que sus
enemigos son culpables, prueba que usted no podrá
verificar (El 11 de febrero de 2003, Colin Powell –en su
calidad de secretario de Estado– miente al Consejo de
Seguridad de la ONU. Después de invadir y ocupar un país
basándose en la mentira, Estados Unidos nunca se ha
excusado.)


Una « tragedia mundial », así calificó Barack Obama la
destrucción del avión malasio en Ucrania durante su
conversación telefónica con Vladimir Putin. En esa
conversación, Obama acusó además a Rusia de armar a los
rebeldes ucranianos proporcionándoles incluso misiles
antiaéreos.

En otras palabras, Obama acusó a Moscú de ser, directa
o indirectamente, responsable de la trágica muerte de 298 personas
de diversas nacionalidades. Esa versión se basa en una serie de
« pruebas» que los servicios secretos de Estados Unidos divulgaron,
a través de Kiev, en los medios de prensa « mainstream » sólo horas
después de la caída del avión. Entre esas pruebas, hay una
comunicación telefónica en la que un comandante rebelde informa a
un coronel de la inteligencia militar rusa que las fuerzas
separatistas han derribado un avión, un video –en la zona
controlada por los rebeldes– en el que se ve una batería rusa
SA-11 a la que le falta un misil, el que supuestamente derribó el
avión.

Después de eso, el secretario de Estado Kerry declaró a la CNN
que tenía las pruebas de que Moscú no sólo entregó misiles SA-11
a los separatistas sino que además los entrenó para los utilizaran.
A partir de ahí, la creación de una comisión investigadora
internacional parece superflua porque las « pruebas» de Washington
ya demostraron que el avión civil fue derribado – ni siquiera
por error sino voluntariamente ya que los vuelos civiles se
identifican con la transmisión de un código especial– con una
batería de misiles rusos, por ucranianos rusos, dirigidos de hecho
por un comando ruso y que lo primero que hicieron fue telefonear a
la inteligencia rusa, aun sabiendo perfectamente que todas las
comunicaciones telefónicas están interceptadas.
Resultado: Moscú puesto en el banquillo de los acusados por la
« comunidad internacional » (léase, Estados Unidos y sus aliados);
los ucranianos rusos estigmatizados como terroristas; la atención
de los medios concentrada en la tragedia del avión, haciendo pasar
a un segundo plano la tragedia de la masacre de palestinos que
Israel sigue perpetrando en Gaza.

Esa técnica funciona tan bien que ya ha sido utilizada
repetidamente por Washington para fabricar otros casus belli [ 1 ]
Basta con recordar el incidente del golfo de Tonkín, o sea
el ataque de varias lanchas torpederas de Vietnam del Norte contra
el destructor USS Maddox , ataque que posteriormente resultó falso.
Pero en 1964 ese incidente le permitió al presidente Johnson
obtener la luz verde del Congreso para extender la guerra al norte
de Vietnam.

También están las pruebas sobre las armas iraquíes de
destrucción masiva, presentadas por el secretario de Estado Colin
Powell al Consejo de Seguridad de la ONU… y posteriormente
reconocidas como falsas por el propio Powell. Pero en 2003
aquellas «pruebas » le permitieron al presidente Bush obtener la
luz verde del Congreso para atacar y ocupar Irak [ 2].
Ya sabemos cómo funciona el mecanismo. Así que… poco
importa que en 2024 –o quizás más tarde– aparezca algún
documento desclasificado donde se dice que el avión malasio
abatido en 2014 fue derribado premeditadamente por una de las
baterías de SA-11 de fabricación rusa desplegadas días antes por
las fuerzas armadas de Kiev en el límite del territorio controlado
por los rebeldes, zona extrañamente no prohibida a los vuelos
civiles. Y que toda la operación fue organizada por los servicios
secretos de Estados Unidos.

Lo que importa es el resultado de hoy: la acusación de que
Rusia es responsable de la destrucción voluntaria del avión malasio
–un acto que, para Moscú, sería poco menos que equivalente a un
suicidio– permite que el presidente Obama obtenga la luz verde del
Congreso para reforzar la guerra fría contra Rusia.
El Congreso de Estados Unidos adoptó, el 17 de julio, un « Acta
de prevención de la agresión rusa» que garantiza a Ucrania,
Georgia y Moldavia el estatus de « aliados importantes de
Estados Unidos a pesar de no ser miembros de la OTAN», en la que
se autoriza al presidente a proporcionar a esos países –y a otros
países del este–, directamente o a través de la OTAN, el máximo de
ayuda militar y económica con pbjetivos anti-rusos [ 3 ].

Manlio Dinucci


Fuente: www.voltairenet.org/article184838.html